La Vanguardia, 30/09/2019 (enlace)
El poder como imposición, aunque esté omnipresente, es un modo atávico de regular los conflictos. Desde este nuevo contexto, el problema al que nos enfrentamos es el de pensar y poner en práctica una gobernanza inteligente para la sociedad del conocimiento. No se trata de desmontar el Estado en el sentido neoliberal, sino de buscar equivalentes funcionales a las instituciones que sean compatibles con los nuevos escenarios de interdependencia y policentralidad. El principio de pluriarquía es un horizonte para la gobernanza global, donde la idea de multilateralidad no se refiere sólo a la geoestrategia militar sino a toda forma de relación entre actores, regulación de los procesos, negociación de los desafíos y nueva construcción institucional. Es posible pensar los niveles políticos subestatales, interestatales y transnacionales como elementos de una estructura general. Si conseguimos dotar de alguna lógica al mundo contemporáneo, imaginar la democracia que viene y la justicia posible, no es posible hacerlo sino en el marco de la pluriarquía como principio estructurador.